Por Organizacion Panamericana de la Salud (PAHO)
Durante los últimos años, los sistemas de salud de todo el mundo enfrentaron retos y crisis que afectaron directamente su capacidad de responder a las necesidades de la población. En la Región de las Américas, los brotes de fiebre chikunguña y de enfermedad por el virus del Zika, los desastres causados por fenómenos naturales (como los terremotos en Chile, Ecuador y el reciente huracán Matthew en Haití y las Bahamas) y los efectos del cambio climático en la salud y el medio ambiente (en la región del Chaco en Paraguay), pusieron de manifiesto que los sistemas nacionales de salud siguen siendo frágiles y susceptibles.
La necesidad de fomentar la resiliencia y fortalecer la capacidad de respuesta de los sistemas de salud es inmediata. La conclusión quedó clara durante la ceremonia de apertura del Cuarto Simposio Mundial de Investigación sobre Sistemas de Salud, realizado en Vancouver, Canadá.
“Construir sistemas de salud más fuertes y resilientes debe ser una prioridad nacional de los países y un bien de salud pública mundial”, dijo Carissa F. Etienne, Directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
¿Qué significa que un sistema de salud es resiliente?
Los sistemas de salud resilientes se fundamentan en la información y la evidencia, tienen mayor capacidad de respuesta, son previsibles, complejos, adaptativos, sólidos, integrados y participativos, y se centran en las personas y las comunidades. La resiliencia de un sistema de salud es:
- La capacidad de absorber perturbaciones, responder y recuperarse brindando la prestación oportuna de los servicios necesarios.
- La capacidad de los actores de salud, las instituciones y las poblaciones de prepararse para afrontar situaciones de crisis y responder eficazmente a ellas, mantener las funciones básicas cuando sobreviene una crisis, y reorganizarse en función de las enseñanzas aprendidas.
- Es un atributo de los sistemas de salud bien desarrollados, los cuales están orientados al acceso universal a la salud y la cobertura universal de salud.
Por qué invertir en sistemas resilientes
A medida que la globalización avanza, los sistemas de salud están cada vez más interconectados entre sí. La integración económica, los acuerdos mundiales que repercuten en la salud de las personas, la migración, los desastres y los brotes de enfermedades, dan cuenta de la interdependencia de los sistemas de salud nacionales dentro del marco del sistema de salud mundial.
Las personas intentan mejorar su salud buscando servicios que satisfagan sus necesidades. Cada vez más, esta búsqueda se realiza fuera de las fronteras nacionales. Por eso, como resaltó la doctora Etienne, “la inversión en la resiliencia de los sistemas de salud a nivel nacional debe considerarse un bien público mundial, ya que apoya la salud y el bienestar a escala nacional, reduce los riesgos para los sistemas de salud más allá de las fronteras nacionales y garantiza confianza en los sistemas de salud y los mecanismos de gobernanza de la salud en todos los niveles del sistema de salud mundial”.
Invertir en los sistemas de salud es considerablemente más eficiente que financiar respuestas ante emergencias exacerbadas por la fragilidad de los sistemas de salud. Tales inversiones apoyan mejores resultados de salud, promueven el desarrollo social y ofrecen mayor protección a la economía nacional.
Avanzar hacia sistemas de salud resilientes
La resiliencia de los sistemas de salud no puede lograrse de la noche a la mañana. Requiere de estabilidad política, social y económica para desarrollarse y depende del compromiso de los países de invertir en salud y desarrollo sostenido. También, son necesarios los esfuerzos colectivos de los responsables de las políticas pertinentes, dentro y fuera del sector de la salud y durante un período prolongado.
Por otro lado, requiere el compromiso de los gobiernos y de las sociedades todas, para integrar acciones que fortalezcan los sistemas de salud, abordar los determinantes sociales de la salud, reducir los riesgos de desastres y emergencias, fortalecer la vigilancia de la salud pública y el control de brotes de enfermedades en el marco más amplio del desarrollo sostenible. También, fomentar la investigación sobre las características de los sistemas de salud resilientes para generar más evidencia sobre las deficiencias y los nexos con la resiliencia del sistema.
En tiempos donde los cambios ocurren de manera rápida y constante, a veces, hasta de forma inesperada, las consecuencias de los desastres y emergencias sanitarias incluyen enormes pérdidas de vida e infraestructura. Lo que el tiempo no cambia es la necesidad de enfrentar estos retos con sistemas de salud sólidos, fuertes y preparados para responder a las necesidades de las personas y comunidades, para proteger y mejorar su salud.